El desempleo estructural es el desempleo que se genera debido a los cambios producidos en la estructura económica de una industria. Se origina a causa del desequilibrio entre los demandantes de empleo y los ofertantes (los trabajadores), que no cumplen el perfil o no terminan de encajar en el trabajo.
Por tanto, el desempleo estructural no atiende a la escasez de empleo, sino a una inadaptabilidad en cuento a las habilidades que tienen los empleados frente a lo que se les exige. Es decir, que no han sabido adaptar el cambio para hacer frente a nuevas herramientas, tecnología o necesidades del mercado de trabajo.
El desempleo estructural se ha visto incrementado últimamente por el auge de las nuevas tecnologías en casi todos los sectores. Esto ha provocado que el conocimiento y las habilidades que se les exigen a los trabajadores hayan cambiado y, por tanto, que se tengan que ajustar a lo que desean las empresas.
Características del desempleo estructural
Destacamos principalmente 3 características más importantes del desempleo estructural:
- No existe una baja demanda de empleo.
- Las ofertas de trabajo que las empresas lanzan no se ajustan a las habilidades o conocimientos de las personas que buscan trabajo.
- Se trata de un desempleo a largo plazo.
¿Cómo se puede reducir el desempleo estructural?
El Gobierno o el país debe hacer frente ante esta necesidad que tienen los trabajadores. Para ello, ofrecen programas de capacitación que permiten a los trabajadores adquirir las habilidades y conocimientos necesarios para hacer frente a las necesidades de las empresas.
Las ayudas y subvenciones son fundamentales para participar y fomentar este tipo de programas que ayudan a que los trabajadores sean capaces de adaptarse al cambio que se ha producido en su entorno en nivel de conocimiento.
Se trata de un proceso lento, por lo que la inversión y planificación se harán a largo plazo.