Como su propio nombre indica, el secreto bancario es el derecho o facultad que una entidad financiera posee para no revelar cierta información privada de sus clientes a otras autoridades que la requieran.

Al igual que sucede con otros tipos de secreto profesional, el secreto bancario permite al banco o entidad financiera ocultar la información que ha prometido que no revelerá sobre sus clientes al resto de personas. Se habla tanto de información personal o privada, así como de las actividades que se deriven de ella.

A diferencia del secreto profesional común, el secreto bancario da un paso más allá: implica que no se publiquen datos privados si la Administración pública así lo exija. De esta forma, la información de los clientes se ve asegurada ante dicha entidad financiera, con distintos niveles de privacidad.

Pero, ¿en qué casos se puede levantar el secreto bancario?

El secreto bancario tiene sus excepciones, pues no siempre estará a salvo. Siempre y cuando no exista una investigación por posibles delitos frente un usuario, la información de dicha persona quedará como confidencial. Es decir, que si una Administración Pública exige datos a una entidad financiera, esta no podría responder; pero si pide la información un juez o entidades similares, sí debería responder y ajustarse a las exigencias.

Por otro lado, el concepto de secreto bancario está más asociado en países con poca dimensión como lo son Suiza o Luxemburgo, y donde el riesgo a la dificultad de la transparencia fiscal no está en peligro. Son países con un Estado pequeño y el que no tiene que dar muchas explicaciones por el manejo de dinero o información que en él se producen.