Solvencia es la capacidad de una empresa para cumplir con sus obligaciones y generar fondos para atender en las condiciones preestablecidas los compromisos sellados con terceros.
El término solvencia engloba todo tipo de compromisos, tanto a corto como a largo plazo. Siempre ha estado vinculado al concepto de riesgo de crédito, ya que supone el probable quebranto que implicaría a la compañía la modificación de las condiciones que pudiese cambiar la capacidad de la misma para cumplir son los acuerdos contractuales establecidos en sus operaciones.
No debe confundirse el concepto de solvencia con liquidez. Esta última se restringe a la capacidad de la empresa de conseguir recursos líquidos por medio de su explotacion, cuando la solvencia se puede obtener con recursos no líquidos, siempre que impliquen un correcto respaldo a la hora de liquidar las deudas.
La liquidez es un grado más dentro de la solvencia, que implica que una compañía con buena liquidez resulte solvente, pero no sucede lo mismo a la inversa. Una empresa puede ser solvente pero no producir liquidez.
Otro término que también se identifica con la solvencia es la rentabilidad. Hace referencia al aspecto económico de la entidad, no resultando válido solo la simple generación de recursos, ya que también se exige que estos, en forma de beneficios, resultan de un tamaño adecuado que cubran la remuneración de los accionistas o socios, y que también faciliten la autofinanciación adaptada a las necesidades de la misma. En este caso, existe la posibilidad de que una compañía resulte rentable pero no solvente.
Cómo medir la solvencia
Existen distintos ratios financieros para medir la solvencia de un negocio, entre los que se encuentran la solvencia total, firmeza e independencia financiera.
- Solvencia total es igual al Activo neto real total/deudas totales.
- Firmeza es igual al Activo neto real fijo/ pasivo fijo.
- Independencia financiera es igual a patrimonio neto/total de deuda.