Dentro de la variable comunicación del marketing (recordemos que son 4: producto, precio, desplazamiento y promoción), la publicidad ocupa el lugar al que se le atribuye una enorme importancia a nivel empresarial.
Más que importancia, se le tiene mucho en cuenta el hecho de que gracias a la comunicación (y la publicidad), la empresa es capaz de compartir con su target aquello que quiera. No obstante, para poder realizar esto debe respetar ciertas normas y leyes que limitan las acciones que puede realizar una emrpesa.
En concreto, la publicidad subliminal es un tipo de publicidad ilícita y es “… aquella que por ser emitida con estímulos en el umbral de la sensibilidad no es conscientemente percibida” (Ley de Publicidad de España 1988). Resumiendo a grandes rasgos, este tipo de publicidad trata de incidir en el individuo de manera casi imperceptible y generar así posiciones favorables a su decisión de compra final.
Algunos ejemplos o acciones que incitan a ser subliminales viene dado por incluir en el anuncio algunas fragmentos audiovisuales que el ojo no es capaz de ver, pero ha habido suficiente tiempo para que dicha información sea retenida en el cerebro. Dichas imágenes han sido expuestas bajo el umbral de consciencia del ser humano, que permite dirigir su público hacia una probabilidad de compra más favorable.
Otro ejemplo de publicidad subliminales la de incluir fragmentos poco visibles o imperceptibles que incluyan cierta información o contenido ilegal. De esta forma, y como apenas somos conscientes de ello, no nos damos cuenta de su existencia, pero el cerebro si retiene dicha información, siendo suficiente para generar una llamada a la acción.
En definitiva, existen muchas formas de crear publicidad subliminal. Se pueden encontrar en imágenes escondidas, textos con doble sentido, luces y sonidos, sonidos ligeros, canciones, movimientos de personas, objetos posicionados de cierta forma, dibujos que esconden un mensaje, etc…