Los activos tóxicos son un tipo de activo normalmente del tipo fondo de inversión caracterizado por tener un elevado riesgo en relación a las posibilidades de recuperar su valor. Los activos tóxicos se crean tras la concesión de innumerables hipotecas a personas y entidades con una solvencia económica baja.
Habitualmente estas hipotecas se formalizaban con una garantía hipotecaria cuyo valor real es bastante inferior al valor dado en momentos de especulación. La expresión activo tóxico se ha hecho extremadamente popular en los últimos tiempos, especialmente después de la crisis de las hipotecas subprime ocurrida en el año 2008.
Origen de los activos tóxicos
Los activos tóxicos tienen su origen en la sucesión de una serie de circunstancias y hechos que provocaron que numerosas personas y entidades se endeudaran en operaciones hipotecarias que no podían pagar, dando lugar a este tipo de activos a los que denominamos tóxicos. Los principales factores implicados en su aparición fueron los siguientes:
Análisis de riesgo
Una de las principales causas de la aparición de activos tóxicos es una mala gestión de los análisis de riesgo. Estos análisis se realizaron durante años para autorizar la concesión de hipotecas, evaluando de forma poco correcta a los posibles deudores.
Estrategias de concesión de préstamos
Otro de los motivos que dio origen a los activos tóxicos fueron las estrategias de concesión de préstamos excesivamente agresivas, en las que lo prioritario era aumentar la cartera de activos.
Tipos de interés
Además, en el desarrollo de los considerados activos tóxicos también influyó la confluencia de un periodo en el que los tipos de interés estaban realmente bajos, provocando que el acceso al crédito fuese aún más atractivo.
Valor de las garantías
Por último, otro de los factores determinantes en la aparición de los activos tóxicos fue el drástico descenso en el valor de las garantías, que en un principio se valoraron de acuerdo a la tendencia especulativa, muy por encima de su valor real.