En términos económicos una ventaja comparativa es la capacidad que tiene un país de producir determinados bienes de consumo con el menor coste de oportunidad respecto a otros países, que aunque sí podrían producir el mismo bien, lo harían utilizando mayores recursos.
Este concepto se basa por lo tanto en que cada país se especialice en la producción de aquellos bienes sobre los que tiene una ventaja comparativa, es decir, aquellos que puede producir con menos recursos, lo que favorece un crecimiento de la producción total. Además, al aplicar la ventaja comparativa a la producción, los países que comercializan entre sí obtienen también un mayor beneficio en esta comercialización de productos en los que están especializados.
Historia del concepto ventaja comparativa
La ventaja comparativa es la base del crecimiento del comercio internacional, y es un término que tiene su origen en las teorías financieras del economista y filósofo Adam Smith.
En su obra La riqueza de las naciones Adam Smith esboza las teorías la división clásica del trabajo, trazando las líneas generales sobre la conveniencia de que los países especialicen su producción en aquellos bienes con los que obtienen una alta productividad, obteniendo a través de la comercialización con otros países aquellos bienes en cuya producción no son altamente competitivos. Se genera de esta forma un doble beneficio y un mayor crecimiento, tanto en la producción como en la comercialización.
Esta teoría por lo tanto aludía a una división del trabajo en función de la capacitación en trabajadores, recursos y capital. Esta visión sobre la especialización de la producción es lo que posteriormente se denominó ventaja comparativa, un término que realmente fue acuñado por el economista londinense David Ricardo tras la crítica que realizó a la obra de Smith en su libro Sobre los principios de la economía política y los impuestos.