La fuga de capitales es un término que supone la salida de activos físicos o dinero de un país a causa de sucesos económicos que hayan pasado en dicho lugar. También existen otras situaciones en las que puede suceder esto, como subidas de impuestos, o cuando un país no puede cumplir con las obligaciones de sus deudas y pierde credibilidad y confianza.
Es un fenómeno negativo que le ocurre a la economía de un determinado país por determinados factores. Cuando se sufre esta fuga de capitales es habitual que, en estos países, los tipos de cambio o interés sean controlados por el Gobierno.
El efecto negativo de este fenómeno cala incluso a niveles de pérdida de reservas del país o perdida de confianza de los inversionistas, llegando a depreciar la moneda existente. Por este motivo, y por el miedo de que no se va a salir de la situación que ocasiona el fenómeno, los habitantes del país tienen prisa en intercambiar la moneda por otra diferente, para evitar que se devalue y pierda el valor que tiene actualmente.
El banco central del país puede ser víctima de una devaluación, provocando que no sea capaz de acaparar con todas las peticiones que los ciudadanos le requieren (tal y como hemos indicado del cambio de divisas, por ejemplo).
A grandes rasgos, se podría incurrir en una disminución del nivel de riqueza y un empeoramiento de las expectativas de inversión, a causa de las incertidumbres y del miedo a que tenga futuro las acciones que se lleven a cabo.
Para poder saldar esta crisis, es necesario crear incentivos tanto a los ciudadanos, empresas como inversionistas de que invertir en el país no conlleva riesgos. Pero, para ello, es necesario demostrar que verdaderamente no existen dichos riesgos.