Su término en inglés es hot money, que significa dinero caliente. Hace referencia al dinero de los balances bancarios o de activos líquidos que se traslada rápidamente de un país a otro para crear rentabilidad a corto plazo. No obstante, también se puede hablar de flujos especulativos de capital para referirnos al mismo término.

El dinero caliente puede tener tanto consecuencias positivas como negativas, dependiendo de cómo lo miremos. Por un lado, los flujos especulativos de capital pueden hacer que la balanza de pagos de un país sea positiva al no mostrar un déficit, aunque el salado de la balanza por cuenta corriente sea deficitario.

No obstante, el hot money puede que no tenga intención de permanencia en el país, lo que hace que los países que tengan grandes cantidades de flujos especulativos de capital se vean afectados en su balanza de pagos (deteriorándose) debido a las entradas-salidas rápidas de capital.

Estas entradas-salidas pueden resultar dañinas en los países en los que existen tipos de cambio fijos, generándose devaluaciones y por tanto incurriendo normalmente en costes de transacción por una improbable recompra de la moneda devaluada.

Algunos países suelen establecer restricciones con tal de evitar que se produzcan estos efectos adversos de los flujos especulativos de capital que pueden afectar a la economía del país, en concreto a las balanzas de pagos del país.

En cuanto a las características más destacadas del dinero caliente, encontramos:

  • Tiene una gran volatilidad, entrando y saliendo fácilmente del país
  • Son flujos de capital a corto plazo, intentando obtener una máxima rentabilidad
  • Está constituido por flujos de capital privado