El concepto de activismo accionarial hace referencia a la adquisición de acciones por parte de inversores que no pretenden hacerse con el control de la empresa u obtener rentabilidad, sino influir de manera significativa sobre las políticas, acciones o conductas que se hayan establecido en una organización. Las participaciones de una empresa son muy importantes, pues su posesión permite al accionista tomar decisiones dentro de ella o hacerse con una parte representativa de la misma.

Tipos de activistas accionariales

Bajo esta premisa, podemos indicar que existen dos tipos de accionistas que juegan con esta práctica:

Inversores institucionales

En primer lugar, son accionistas que ya contaban con cierto poder en la empresa (ya tenían en su poder ciertos derechos) y mostraban una actitud pasiva, pero que empiezan a centrar sus actuaciones en el gobierno corporativo de la misma. Este tipo de inversores está en contra de entrometerse en la gestión y proponer cambios empresariales en la política de la compañía. No tienen intención de comportarse como propietarios activos de la empresa en la que han invertido (bien por desconocimiento de gestión, o bien porque no quieran arriesgarse).

Fondos de inversión alternativos (hedge-funds HF).

Al contrario que los inversores institucionales, este tipo de inversores trata de entrar en la empresa de una manera activa comprando gran cantidad de sus acciones para poder tener control en la Junta Directiva. Una vez conseguido, tratan de negociar de buenas maneras con los responsables para que la organización tome cierto rumbo. En caso contrario, se tomarán las medidas oportunas para aprobar dentro de la Junta ciertos aspectos que al fondo de inversión alternativo le convengan. El objetivo de este tipo de inversores son empresas financieramente buenas, con buenas expectativas (en cuanto a objetivos empresariales) y que cuentan con un buen recorrido. La salvedad es que intentan cambiar su estrategia para poder así adquirirla de esa manera, con mejores ventajas para ellos.