En el mundo de las finanzas existen varios términos y productos financieros que es costoso de averiguar en qué consiste tan solo con su nombre. En este caso, vamos a hablar de los contratos por diferencia.

Características de los CFD en Bolsa

Los contratos por diferencia o CFD (contract for differences), es un contrato que se pacta entre el inversor y la entidad financiera o bróker por el cual éste último compra títulos o bonos en bolsa y los financia. Esto quiere decir que aquel que quiera invertir, solo aportará algo que formará parte del total de la operación.

El CFD actúa como las acciones en la Bolsa; una vez queramos obtener la rentabilidad del producto, tendremos que venderlo. La diferencia entre el precio de compra y el de venta será el beneficio que obtengamos. Aunque funcione igual que las acciones, podremos concluir que la gestión del capital invertido en él está más optimizado.

Además, puesto que no es necesario depositar el total del capital para adquirir el activo del CFD, la inversión tendrá un nivel de apalancamiento proporcional al importe de garantía que los inversores dejen para cada operación.

Aunque esto puede generar controversia. Un apalancamiento puede multiplicar los beneficios, pero también las pérdidas. Por eso, es muy importante que, a la hora de contratar un CFD, nos fijemos en el nivel de apalancamiento que tenga, para evitar que perdamos dinero con la compra del activo. Esto se puede evitar si se tiene un control exhaustivo del mercado en el que se opera.

En el contrato del CFD deberá especificarse todas las posibilidades que le puedan suceder, como negociación bilateral, cotización en mercados no regulados, riesgo de contraparte, etc… Importante que la entidad en la que se adquiera dicho producto financiero nos informe bien de las posiciones y negociaciones que debemos formalizar en el caso de que ocurra algo de lo anteriormente explicado.