En el mundo financiero existen multitud de conceptos que, queramos o no, debemos al menos conocer. Uno de ellos es el de deuda mezzanime o también conocida como «deuda intermedia».
El capital mezzanime se designa a aquella deuda con un alto riesgo financiero, cuya devolución está sujeta a la deuda senior. Lo más habitual, es que este tipo de producto financiero sea valorado como un bono a medio plazo con acción apalancada o bonificada (pudiendo ser warrants o activos financieros de la misma característica). El bono puede tener la estructura de pago en efectivo o especie, por lo que esta deuda se paga con deuda adicional.
La deuda mezzanime sirve para cubrir con financiación vacíos creados por la empresa, por su propia evolución. Estos vacíos vienen de la mano de 3 motivos principales: se ha agotado el dinero inicial que se cedió a la empresa (venture capital); el capital presta más dinero de lo que los prestamistas son dispuestos a pagar; y para completar una operación de leverage buyout (convertir una empresa pública en privada mediante la financiación de todas sus acciones).
Este tipo de deuda es especialmente utilizada por empresas en un mercado medio con una capitalización bursátil que ronda los 2 y 200 billones. Su principal uso del dinero que recauda mediante este producto es para poder alcanzar a empresas de más alto poder y llegar a colocarse a su nivel.
Normalmente, para que esta deuda sea más atractiva aún, la deuda se suele negociar a un mejor precio que los bonos de alto rendimiento. De este modo, el inversor capaz de pagarlas y confiar en ellas le da soltura a la empresa para que le sea necesario.
Estos bonos suelen ser mucho más líquidos que otros que sean ofertados, lo que le convierten en más atractivo para los más atrevidos. Eso sí, aumenta el riesgo del capital.