Siempre que hablamos de ejercicio fiscal o año financiero, nos referimos al periodo de doce meses que empleamos para cuadrar las cuentas de las actividades financieras y calcular los informes que necesitamos para nuestro negocio. Si bien es cierto que estos doce meses de rigor son relativos (ya que la realización de un ejercicio fiscal no siempre tiene que coincidir con el año natural) lo cierto es que en muchas jurisdicciones se exige la obtención de este informe cada año. Así pues, ¿cuáles son los principales usos de un año financiero? Los analizamos a continuación.

¿Para qué sirve un ejercicio fiscal?

Todas las personas físicas o jurídicas que presentan su ejercicio fiscal -es decir, el estado financiero en el que se encuentra el negocio a nivel económico y financiero- lo hacen para evaluar el rendimiento de la actividad de manera anual, hacer ajustes (si fuera preciso) cuando el rendimiento no es el esperado, planear posibles inversiones para un futuro crecimiento y, especialmente, para calcular los impuestos que la persona física o jurídica tendrá que pagar cada año.

El ejercicio fiscal es un tipo de informe muy importante tanto para las personas físicas como jurídicas, puesto que su elaboración sirve como base para el devengo de muchos de los impuestos que tendremos que pagar a lo largo del año.

¿Cuándo empieza y termina el ejercicio fiscal?

Como ya hemos adelantado, el ejercicio fiscal en España suele abarcar desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre de ese mismo año. Este ejercicio está dividido, a su vez, en periodos contables mensuales o trimestrales.

Sin embargo, dicho periodo puede cambiar dependiendo del país en el que nos encontremos. Por ejemplo, el periodo fiscal de Costa Rica empieza el 1 de octubre de un año y termina el 30 de septiembre del año que viene, mientras que el año fiscal de Estados Unidos puede terminar en cualquier mes del año exceptuando diciembre. Todo depende de las leyes que regulen la contabilidad del país.